Nathiel es un
buen nombre.
-¿Qué? ¿Qué no has cogido a la chica?
-¡Kyo Kaghura y ese rubiales tintado, venían!—Ian
está muy enfadado. No puede creer que un demonio menor, le esté echando la
bronca.
-¿Sabes cómo se va a poner Kinar cuándo le digas la
maravillosa noticia? –Ian endereza la espalada. Kinar es una diablesa muy
poderosa, de una casta superior a la suya, es decir, una señora del averno.
-Ya lo sé… ¿Pero qué querías que hiciera? No tenía
la mínima posibilidad, por mucho que me cueste reconocerlo.
-¿Por qué? Kyo y Demian nunca han sido un problema
para ti. ¿Por qué lo iban a ser ahora?
-¡No son ellos los que me preocupan! Es esa chica.
-¿La rubita? ¿La Reencarnación de Caín?
-Sí… --Ian baja la voz. Se había quedado muy
sorprendido al ver la mirada de odio y poder que había reflejado la chica. Su
espada le da poder. Mucho poder.
Las difuminadas imágenes de recuerdos que
anteriormente habían pasado por su mente, cuando luchó con la chica, vuelven. Le
duele la cabeza, así que se lleva una mano sujetándola con fuerza. Ian quiere
acordarse de su pasado, quiere saber si en realidad su nombre es ese, quiere
saber quién es su familia, quiere poder recordar. Y durante una milésima de
segundo, había recordado. ¿Cuándo? Cuando estaba luchando con esa chica. Tal
vez sólo hayan sido imaginaciones de su cabeza, por la confusión de la batalla,
pero no sólo había recordado si no que había sentido algo. Algo parecido a la
añoranza. Y justamente para comprobar si sólo ha sido una imaginación, quiere
volver a verla. También sabe que Kinar, se va a enfadar mucho, le va a tortura
hasta que se canse y le va a volver a enviar en busca de la Reencarnación de
Caín.
-¿Por qué? Si solo es una criaja.
-Tengo su misma edad, idiota.
-Perdón, señor. –hace una
pequeña reverencia burlona.
-Cállate, imbécil.
-Venga, dejando aparte la
broma. ¿Por qué le tienes tanto miedo? – A Ian le da un vuelco el corazón.
Miedo. Miedo. Ha sentido mucho miedo. Hace tiempo…pero no lo recuerda. Quiere
recordar. Y necesita comprobar si estando cerca de esa chica, recuerda algo.
-Porque su espada es muy
poderosa.
-¿Solamente eso? ¡Pero
Ian, tú y tú espada, seguro que sois mucho más poderosos!
-Eso es del todo ver…
-¡¿Dónde está ese
traidor?! –oh, oh. A Ian se le cae el alma (si es que tiene) a los pies. Kinar
ya ha llegado.
-¿Te refieres a mí? –Ian
adopta una posición de aburrimiento y pone cara de pena, intentando disimular
el terror que siente.
-¡Sí, tú! ¿Se puede saber
qué tienes en esa bonita cabecita tuya? –se acerca a Ian y le golpea
fuertemente haciéndole sangrar por la nariz. –Claramente te ordené que trajeras
a la chica. ¿Tan difícil es de entender?
-No. Le ruego que me pida
perdón. –el chico se levanta y hace una reverencia delante de la mujer de pelo
claro, ojos oscuros y sonrisa diabólica, que es recibida con una patada.
-Eso no me basta. Vuelve
a ir. Tráemela.
-De acuerdo mi señora.
-Así me gusta. Te lo
perdono porque hoy estoy de muy buen humor.
-Gracias mi señora.
–vuelve a hacer una reverencia, satisfecho. Ha pasado justamente lo que él
pensaba, y encima no le ha torturado. Está claro que hoy su día de suerte.
OOO
Entro en la habitación
del hospital en la cual me han indicado que está mi hermano. Ha costado
bastante convencer a Kyo de que mi hermano no es ningún demonio disfrazado y
que voy a estar bien. Claro, que a él, Demian y Cassandra que parece estar de
un humor de perros, no les han dejado pasar, porque ni siquiera son conocidos
de Leo. Suspiro y observo la gran figura que ocupa la cama. Lleva el pelo igual
de revuelto que siempre, sus ojos se mantienen cerrados y su respiración es
lenta. Sin querer se me inundan los ojos de lágrimas.
Mierda. Me he prometido a
mí misma que nada de lágrimas. Me agarro el labio tembloroso entre los dientes
y reprimo la sensación de tristeza que se expande por mí pecho. Con paso
sigiloso llego a su lado y agarro su mano. Oh, Leo. Si supieras todo lo que ha pasado, pensarías
que estoy loca. Cuanto he echado de menos la familiaridad de su rostro, su
calidez, su tacto. Literalmente me abalanzo sobre él y lo envuelvo entre mis
brazos. Comienzo a llorar y en susurros le cuento los acontecimientos que han
ido sucediendo desde que me fui de casa.
-Y…y ellos son muy
agradables conmigo, me cuidan, me dan un hogar, me protegen. Incluso Kyo se
preocupa de mí. ¿Sabes? Creo que lo único que le pasa, es que nunca ha recibido
demasiado cariño, ya sabes, por el rollo de la maldición. Porque yo sé que en
el fondo, él es un buen chico que se preocupa de su mejor amigo y su hermana.
Luego como ya he mencionado a lo largo de la historia, está Cassandra que es la
hermana de Kyo. Es una chica muy guapa, aunque siempre es muy fría conmigo. Hay
veces que me da la impresión de querer acercarse a mí, de querer ser mi amiga y
otras veces simplemente me grita o se enfada conmigo.
<<Los hermanos
Kaghura son un completo misterio para mí, la verdad. Y para finalizar está
Demian. Es un chico muy guapo y que me recuerda a ti en muchas ocasiones. Es
dulce y agradable. Y de momento creo que…
-Deben ser buena gente.
–mis ojos se abren desmesuradamente al darme cuenta que esa voz ha salido de
Leo.
Bajo la mirada lentamente
y veo que sus ojos alegres me recorren de arriba abajo con una sonrisa.
-¡LEO! –grito de tal
manera que es posible que se hayan enterado en toda Madrid. Él suelta una
risita y me abraza fuertemente.
Rápidamente cojo el móvil
y mando un SMS a mí madre y otro a mí padre justo a la vez en que la puerta se
abre y entra un Kyo sudoroso y con el temor en el rostro.
-¿Se puede saber por qué
has gritado de tal manera?
-Porque mi hermano se ha
despertado, idiota.
-¿Idiota? ¿Ya estamos,
rubita? Te voy a…
-Tú debes de ser Kyo, el
chico idiota pero de buen corazón. –Kyo abre los ojos desmesuradamente mientras
que yo agacho la cabeza, sonrojada.
-¿Así que en el fondo,
rubita, me amas?
-¡No digas tonterías!
Kyo, idiota.
-Rebecca. ¿Puedo
violarte?
-¡¿Qué?! ¡Hoy estás más
idiota de lo normal! –Leo suelta una gran carcajada y los dos le miramos encolerizados.
-Sois graciosos.
-Pero cuando se pasan el
tiempo así, son insoportables. –Demian aparece en la puerta de la habitación
seguido de una Cassandra indiferente.
-Me lo imagino, Demian.
–Dem mira a mi hermano también sorprendido.
-Le he hablado de vosotros.
-¡Oh, espero que cosas
buenas! –Cassandra se muestra irónica.
-Leo…será mejor que me
vaya, no quiero encontrarme con mamá y papá. –él, agarra mi mano.
-Enana, prométeme una
cosa.
-Sea lo que sea promételo
ya, tenemos que hacer cosas. –Demian le pega un codazo a Kyo, que entiende la
situación y se aparta un poco.
-Dime.
-Prométeme que no dejarás
que te pase nada malo. Por favor. Aunque no nos una la sangre, si nos une un
sentimiento.
-Leo, si has oído toda la
historia sabrás que soy inmortal.
-Lo sé, pero todo
superhéroe tiene un defecto. No dejes que lo encuentren. ¿Lo prometes?
-Lo prometo. —y no puedo
evitar sonreír. Leo, siempre tan protector. Una lágrima se me escapa.
-No llores, enana. –no
soy capaz de hacer esto. Aprieto su mano mientras más lágrimas se deslizan por
mis mejillas. Le suelto y me voy corriendo, evitando los brazos de Demian,
evitando los gritos de Kyo sobre algo de demonios, evitando los comentarios ya
no tan indiferentes de Cassandra.
Nunca he querido esto.
Maldigo el día en el que nací. Corro por los pasillos, buscando desesperada la
salida y cuando estoy cruzando la salida, reconozco dos figuras que conozco muy
bien. Mis padres. O mejor dicho mis padres adoptivos.
-¡REBECCA! –pero mi
subconsciente me obliga a seguir corriendo. Porque él y yo, sabemos
perfectamente que no tengo las suficientes fuerzas como para soportar eso.
Sigo corriendo, corriendo
y corriendo. Las lágrimas hace tiempo que han parado de salir y solo queda
rabia dentro de mí. Ah, quiero morirme. No quiero vivir con esto. Suspiro y
paro de correr. Miro a mí alrededor y me encuentro en un pequeño bosque a las
afueras de la ciudad. Me apoyo contra un árbol y respiro profundamente. Ojalá
pudiera ser una persona normal, sin marcas, ni tonterías. Sólo yo, encontrando el
amor, estudiando una carrera, casarme, tener un hijo… ¿Por qué? La rabia me
envuelve como nunca antes me ha envuelto y sin previo aviso empiezo a darle
puñetazos al árbol. La piel de los nudillos, se rasga y pequeños ríos de sangre
se deslizan por mis manos, el sudor chorrea por mi espalda, y mi mente queda en
blanco. Ni si quiera siento el dolor. Lo único que siento es como se desgarra
mi piel, mi corazón, mi alma.
-¡NO QUIERO ESTO!
-¿El qué? –me giro
rápidamente y me encuentro en frente de Ian.
Me siento desfallecer.
“Es un demonio dominante” recuerda mi subconsciente sonriendo diabólicamente.
Mierda. Mierda.
-Esto…todo…--murmuro
confusa. Me mira extrañado y se acerca a mí, poco a poco, mientras que a la
misma vez yo me alejo.
-¿Qué es todo? ¿Rebecca? Ése
es tu nombre. ¿No?
-Sí, lo es.
-Pues Rebecca, no
deberías quejarte de ser inmortal. Deberías de dar gracias.
-¿Gracias? ¿Gracias por
ver morir a toda la gente que quiero? ¿Gracias por no poder amar alguien ya que
le veré morir?
-¡Eres una estúpida!
Tienes mucha suerte. ¿No te das cuenta de lo mucho que puedes aprender? ¿De lo
mucho que puedes cambiar? No tienes ni idea del comportamiento tan inmaduro que
estás teniendo, y eso es lo más inmaduro
que puedes hacer. --¿un puñetero demonio
dominante me está hablando de inmadurez?
-¡Tú eres igual de
inmaduro que yo! –y no puedo evitar soltar mi puño, que golpea su rostro.
Cuando siento su mirada
asesina sobre mí me doy cuenta de lo que acabo de hacer. Ay, Dios mío. Me va a
matar. Me agarra del cuello y me levanta del suelo. Siento el oxígeno
dejando de circular por mis venas, pero
aún así, sigo viva, intentando escapar de las garras de este endiablado
demonio.
-Necesitas sufrir un poco
de dolor. –y me deja caer al suelo haciendo que mi pie se doble de tal modo
hasta que se oye un desagradable y doloroso “crack”. Rápidamente mi Marca
funciona contra él, pero asombrosamente evita el efecto de mi maldición
soltando una risa seca.
-Eso conmigo no funciona
boni…--su expresión se vuelve confusa y recorre mi rostro con ansia. –Tú… tú me
devuelves mis recuerdos.
-¿Tus recuerdos? ¿No
recuerdas nada de ti mismo? –él niega con la cabeza y se deja caer a mi lado. La
verdad es que para ser un demonio tan poderoso parece bastante bueno. Coge mi
pie con delicadeza y hace diferentes movimientos para comprobar si el hueso
está roto, cosa que dudo mucho, la verdad.
-Ni si quiera si mi
verdadero nombre es Ian. –suspira. –Hace mucho tiempo cuando nací yo, mi madre,
una gran diablesa, murió. Y yo quedé bajo el cargo de mi padre que me educó
para ser quien soy ahora. Pero a él lo mataron. Otros demonios. Nunca supe el
motivo, pero como yo fui el único testigo de ese complot, decidieron borrar mis
recuerdos, cosa que incluía mi nombre, mi lugar de nacimiento, mi familia…y
nunca he vuelto a recordar a partir de ese día, hasta…hasta que luché contra
ti. No sé el porqué.
-Nathiel es un buen
nombre.
-¿Qué? ¿Has escuchado
algo de lo que te he dicho?
-¡Por supuesto! Y como
motivo de eso, he dicho lo de Nathiel.
-No te entiendo.
-Quiero decir que no
sabes cómo te llamas así que como Ian no es un nombre que me guste demasiado,
me gustaría llamarte Nathiel.
-¿Nathiel? ¿Por qué ese
nombre?
-Porque me gusta. Y si te
llamas con un nombre que me gusta, cada vez que te llame por ese nombre, me
recordaré a mí misma, que eres alguien que me gusta, que eres alguien “bueno”. –suelta
una gran carcajada, y apoya una mano sobre mí hombro.
-¡Eres la primera persona
que me llama bueno!
-Para ser un demonio tan
temido, eres simpático.
-Si de verdad me
conocieras…
-Perdón, pero tú tampoco
te conoces. Y ya sabes lo que dicen: una persona es como es por su pasado.-- Me
mira realmente sorprendido, retira la mano y se levanta.
-¿A dónde vas?
-A donde a mí me dé la
gana.
-Vale, adiós Nathiel. –se
gira un único momento y sonríe.
Como siempre genial. Por casi me pongo a llorar en la parte que leo despierta. Escribes genial y haces que lo que escribes sea real, poder sentir todo lo que los personajes sienten como si fueras tu misma. Ya espero al siguiente capitulo ansiosa.
ResponderEliminarUn saludo ^^
ADGHASDGHAFGSHDGSHGSDFGSHDGDFKA *-* eres increíble.
EliminarMuchísimas gracias, me encanta oír esas cosas. Me gusta que lo que escribo se sienta real, porque yo pongo toda mi alma en ello y que vosotros podáis sentirlo es algo... mágico.
Muchísimas gracias otra vez.
Un saludo :)